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Notas
crítica en Ámbito Financiero

Singular Gala rusa en la Ballena Azul (crítica en Ámbito Financiero de hoy)

Por: Margarita Pollini

A poco más de un mes de su inauguración, La Ballena Azul, la sala sinfónica del Centro Cultural Kirchner y primera sede estable de la Orquesta Sinfónica Nacional, cedió su escenario a la ópera, aunque, claro está, en forma de una tradicional gala lírica. Como parte de las Jornadas Culturales de Argentina en Rusia y Rusia en Argentina, el concierto presentó a cuatro cantantes de ese país acompañados por la OSN y bajo la batuta de Alim Shakhmametyev, director artístico de la Orquesta Sinfónica del Teatro de Ópera y Ballet del Conservatorio "Rimsky-Korsakov" de San Petersburgo.

Un repertorio ecléctico (y también la acústica asombrosa del auditorio) dio la chance de apreciar en sus diferentes facetas las voces, las musicalidades y las personalidades del cuarteto invitado. El primer bloque, íntegramente dedicado a la ópera rusa y checa, fue probablemente el punto más alto de la noche. Luego de la polonesa de "Evgeny Onegin" el tenor Dmitri Voropaev, de timbre singular y muy buen manejo de los matices, emocionó con su versión de la famosa aria de Lensky, de la misma ópera de Tchaikovsky. El aria de Lel, de "La doncella de nieve" de Rimsky-Korsakov, constituyó una perfecta carta de presentación para la mezzosoprano Olesya Petrova, poseedora de una voz de importante caudal y color parejo en todo el registro, y Vasily Ladyuk brindó la hermosa aria de Yeletski, de "La dama de pique", también de Tchaikovsky. El cierre de esta parte fue perfecto en la voz cálida y brillante de Oksana Shilova, que interpretó la "Canción a la luna" de "Rusalka" de Dvorak con delicadeza y pasión. En toda esta sección la Orquesta lució ajustada y con sonoridad balanceada y tersa.

A continuación tuvo lugar un salto cualitativo notablemente descendente, con el "Largo al factótum" por Ladyuk. Por un lado fue aquí más evidente que el anunciado barítono es indudablemente un tenor con un color interesante pero sin prácticamente graves que lo hagan acreedor al título; por el otro, la desprolijidad tanto de su canto como del acompañamiento orquestal (fundada seguramente en un tiempo mínimo de ensayo con un director con oficio pero desconocido para la Sinfónica) contrastaron con las muy logradas interpretaciones precedentes; de allí en adelante la agrupación instrumental tuvo un desempeño notablemente sólido. Salvo por un francés muy mejorable, Petrova fue perfecta en las arias de Dalila (Saint-Saëns) y Carmen (Bizet) y Shilova asombró nuevamente en el bolero de "Las vísperas sicilianas" de Verdi, en la célebre melodía de "El país de las sonrisas" de Léhar a dúo con Voropaev y más adelante en "O mio babbino caro".

Las canzonettas "Dicitencello vuje" de Falvo por Layduk, y "Parlami d'amore, Mariù de Bixio y "O surdato 'nnamurato" de Cannio por Voropaev fueron un bello homenaje al género, prolongado en el bis con "Funiculì, funiculà por el cuarteto completo. "Granada" por Petrova y "No puede ser" por Voropaev convencieron por su entrega, antes del cierre con el brindis de "Traviata". Cálido y receptivo, el público (joven en una reconfortante proporción) contribuyó con sus aplausos y su espontaneidad a una atmósfera libre de acartonamientos, en el clima de fiesta que vienen teniendo las presentaciones de la Sinfónica en este ámbito, propio y a la altura de su calidad como organismo.

Gala de estrellas de la ópera rusa. Solistas: O. Shilova (soprano), O. Petrova (mezzo), D. Toropaev (tenor), V. Ladyuk (barítono). Orquesta Sinfónica Nacional. Director invitado: A. Shakhmametyev (Auditorio La Ballena Azul del Centro Cultural Kirchner, 30 de junio).